lunes, 5 de noviembre de 2018

EL NACIMIENTO DE ÁLEX

Hola familia, quiero compartir de nuevo desde estas páginas, la alegría del nacimiento de otro Bebé Luna. Esta vez es Elena, la que nos cuenta su experiencia, y cómo ha sido la llegada de Álex. Espero que disfrutéis el relato y que su lectura os emocione tanto como a mi 
Muchísimas gracias Elena, por plasmar en palabras estos momentos tan intensos y hermosos de tu vida,  y además compartirlos para que puedan enriquecer la maternidad de otras mujeres.

EL NACIMIENTO DE ÀLEX



Durante mis embarazos siempre me gustó leer o escuchar experiencias de otras madres en su parto, así que quiero compartir la mía, el nacimiento de mi segundo hijo, Álex. 

Cada parto es diferente, como cada bebé y cada mamá, incluso una misma madre experimenta sensaciones diferentes con cada hijo. En mi caso, Álex es mi segundo hijo y la experiencia de su nacimiento ha sido muy diferente al primero (y mucho mejor), en éste caso me sentía más preparada física y mentalmente y simplemente dejé que la naturaleza siguiera su curso, ayudando a mi cuerpo y a mi bebe a hacer para lo que estaban programados y sincronizados. 

La semana que salía de cuentas estuve con contracciones casi todos los días (de esas que no duelen pero sí que molestan un poco), sabía que aun no estaba de parto pero mi cuerpo se estaba preparando para su momento y en esa semana se fue acortando el cuello del útero gracias a ellas. En casa, cuando notaba este tipo de contracciones me ponía sobre la pelota de pilates y me balanceaba, hacia delante y atrás, de un lado a otro y haciendo ochos con las caderas, moviendo la pelvis, esto me ayudaba a estar mejor. 

El viernes 8 de junio, estando de 40 semanas + 2 días fui a monitores a la consulta de mi ginecólogo (éste embarazo lo llevé por la sanidad privada, a diferencia del primero, y personalmente estoy encantada). Alguna contracción registró el aparato y en alguna de esas contracciones mi médico vio que el ritmo cardiaco del bebe descendía por debajo de 120 pulsaciones por minuto (lo normal es de 120-160 ppp, si está dormido serán más bajas que si esta activo). Me hizo un tacto (era el segundo que me hacía, el primero a la semana 39 porque registró alguna contracción, lo tenía un poco amenazado de que no me hiciera tactos innecesarios y menos maniobra Hamilton, como con mi primer hijo, que me hicieron una Hamilton en toda regla sin decírmelo, menudo dolor) y me dijo que tenía el cuello del útero blando, borrado y estaba favorable. ¿Qué significaba esto? Pues que me podía poner de parto en cualquier momento, así que me sugirió que ingresara ya en el hospital para tenerme controlada y que según él cuando me pusiera de parto no iba a llegar al hospital y no quería correr (me iba a atender él en el parto también). 

En un primer momento no quise ingresar porque no quería pasarme toda la fase de dilatación en un hospital sino que quería estar tranquila en mi casa (pensando en la experiencia del primero que fueron 8 horas de dilatación, cuidado chicas que los segundos normalmente van más rápidos!!) pero lo del ritmo cardiaco del bebe me hizo dudar así que ingresé un poco incrédula a sus palabras sobre lo rápido que podía ir el asunto, pero con una condición: no quería que me provocaran el parto, ni hablar de conectarme a una bomba de oxitocina, quería ponerme de parto yo sola, cuando mi cuerpo y mi bebe estuvieran preparados, y él accedió, me dijo que solo me vigilarían con monitores. 

Ingresé en el hospital Rey Don Jaime de Castellón sobre las 12:00 del mediodía y pase el día con contracciones, no dolorosas e irregulares, sobre las 18:00 empecé a echar el tapón mucoso, a las 19:30 vino una matrona y me puso monitores, registró contracciones pero no acababan de ser regulares, tuve 5 en 20 minutos, cada 3 o 5 minutos más o menos (el parto se acercaba, mi ginecólogo tuvo buen ojo). A las 20:00 me hizo un tacto la matrona (muy cuidadosa, la verdad) y estaba de 2 cm y “buena dinámica” me dijo, bien pues. Y a las 20:30 empezaron a dolerme las contracciones y se hicieron regulares, cada 2 minutos exactos. No pude cenar, y la pelota de pilates que tenía en la habitación ya no me ayudaba, así que decidí darme una ducha para sobrellevarlo mejor, y me fue bien. 

A las 21:00 volvió la matrona y me hizo otro tacto, estaba de 3.5 cm, ¿quieres la epidural? Me preguntó, y yo, haciéndome la valiente le dije que podía aguantar un poquito mas, me dolían, si, pero pensaba que aun me quedaba mucho por delante para ponérmela, así que me concentre en la respiración, cuando venia una contracción inspiraba por la nariz y soltaba el aire por la boca, con los ojos cerrados y visualizando como mi bebe bajaba y quedaba menos para conocerlo, sin poner resistencia a mi cuerpo, solo dejándome llevar. 

Me bajaron a la sala de dilatación, serian las 21:30 o 22:00 y me hizo otro tacto la matrona, ya estaba de 7 cm! (en 1 hora había dilatado casi 4 cm), no había tiempo de epidural, había dilatado muy rápido y lo notaba, el dolor era insoportable, pero sabía que pronto acabaría todo, venga, solo aguanta un poco más, por tu bebe, me decía mentalmente, porque ya ni hablaba ni abría los ojos, solo me concentraba en respirar y caminar (toda la dilatación la pase caminando, de pie y en cuclillas cuando venia una contracción) el truco: respirar, como te dé la gana, pero respira. 

La matrona me preguntó que como no había tiempo para ponerme la epidural si quería “la raqui”, es una anestesia que se pone como la epidural, es más rápida y te deja completamente dormido el cuerpo de cintura hacia abajo, el anestesista la llamaba “la silla de montar” (no sé muy bien porque). A mí me asustaba un poco la idea de dejar de sentir mi cuerpo completamente, a parte de la incomodidad de ponérmela en ese estado, así que una vez más dije no a la anestesia (demasiado valiente fui…). Con mi primer hijo no pude ponerme la epidural porque por aquel entonces en el hospital general de Castellón no se ponía de noche ni en fines de semana y yo me puse de parto un viernes por la noche así que ya sabía por lo que estaba pasando. 

Las contracciones me daban en la zona baja de la espalda, de riñones, son muy dolorosas y la matrona me preguntó si quería ponerme unas infiltraciones de suero en la zona, que según ella calmaban el dolor, y yo accedí. Tenía que ponerme dos, una a cada lado en la zona de los riñones. Me advirtió que dolía un poco el pinchazo pero luego notaria alivio… pues bien, maldita la hora que le dije que me las pusiera!, solo pudo inyectarme la primera porque el dolor fue tan fuerte que no le deje ponerme la otra, y de alivio nada, yo no lo recomiendo, bajo mi experiencia. 

Ya había llamado a mi ginecólogo que llego sobre las 22:00-22:30, me hizo un último tacto la matrona y ya estaba completa, teníamos que pasar al paritorio. Tuve suerte esa noche porque estaba yo sola en la zona de dilataciones y quirófanos y el personal me atendió muy bien. 

Antes de entrar al paritorio la matrona me puso una vía en la muñeca, por protocolo, pues no me pusieron ningún gotero en ese momento. En una contracción note que había roto aguas, la matrona me miro y me dijo que no se había roto del todo la bolsa y la termino de romper y me llevaron al quirófano (paritorio) que estaba al lado. 

El dolor era de 12 en una escala del 1 al 10, me retorcía y no podía abrir los ojos, y mi ginecólogo no me ayudo mucho en ese sentido porque no me dejo adoptar la postura en la que estuviera mas cómoda, sino que me tenía que poner hacia arriba con las piernas en los estribos (lo cual para mí era misión imposible en ese momento) entiendo que esto lo hizo por comodidad suya, para tenerlo todo controlado, me dijo, (de muy buenos modos, eso sí) “he estado haciendo todo lo que tú has querido hacer hasta ahora, pero ahora mando yo” (que luego pensándolo fríamente lo agradecí, el parto es un momento complicado y no tengo ningún recuerdo traumático al respecto). 

Me costó bastante adoptar esta postura pero con la ayuda de la matrona por un lado y de mi madre por el otro (que me acompañó como una campeona en todo el proceso) cada una me cogió una pierna, yo me aferré a unas agarraderas que tenia la cama con las manos y ahora solo quedaba empujar. 

En el quirófano estaba el anestesista, que insistía en colocarme una cosa en la nariz para recibir oxigeno y yo no paraba de quitármelo porque me agobiaba (pobre anestesista, lo tuve mareado toda la noche), la matrona, el ginecólogo y una enfermera, y mi madre, claro. 

En la fase expulsiva las contracciones no son tan seguidas, es como que tu cuerpo, dentro de su sabiduría, te da una tregua para coger fuerzas y poder hacer unos buenos pujos y así acompañar a tu bebe en su nacimiento. Con cada contracción cogía aire y empujaba, oía como la matrona y el gine me decían “muy bien, así, sigue sigue, bien…”. La cabeza es lo que más cuesta salir, el gine utilizó un utensilio llamado “kiwi” que es como una pequeña ventosa para ayudar a salir al bebe, yo ni me di cuenta, me lo dijo mi madre después. Y salió la cabeza y con dos pujos mas el cuerpo, eran las 23:00 en punto de la noche. 

Mi parto había durado unas 2 horas y media desde las contracciones dolorosas, un huracán, una intensidad que cesa cuando notas a tu bebe encima, ya esta!, está aquí! Y entonces le miras la carita y se para el tiempo, desaparece la gente a tu alrededor y solo estáis tu bebe y tu. 

Lo mío fue amor a primera vista, pero esto no ocurre siempre, con mi primer hijo no fue así, estaba tan cansada y dolorida que solo quería descansar y al mirar a mi bebe solo pensaba en dolor, con el segundo todo lo contrario, había vivido el parto de manera muy diferente al primero y aunque muy intensa mucho mas corta, entendiendo el proceso y colaborando en él (también ayudó el entorno, tanto el personal como las instalaciones del hospital). Por eso que no os preocupéis ni penséis que sois malas madres si no os enamoráis de vuestros pequeños nada más verlos, la naturaleza es complicada y el amor llega cuando estas preparada. 

Solo tenía ojos para mi bebe, que se puso a llorar y yo lo acurrucaba entre mi cuerpo y la toalla que lo envolvía, mi madre me hizo unas fotos preciosas de ese momento. El ginecólogo estaba a lo suyo, expulsé la placenta sin enterarme y después me dio 3 puntos. Nos subieron a la habitación, serian las 12 de la noche, hora perfecta para hacer un largo piel con piel ya que la planta estaba en silencio, ni visitas ni médicos rondando, estuvimos hasta las 6 de la mañana agarraditos, yo con un subidón de adrenalina post parto increíble y mi bebe acostumbrándose al nuevo entorno, a la vida. 




E&A 


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