En este caso se trata de Laura y su bebé Alan.
Recuerdo perfectamente el día que,en una de nuestras sesiones de Reiki, Laura me contó con una inmensa tristeza el resultado de unas pruebas de fertilidad que le habían realizado en la que le habían dado muy pocas esperanzas de que pudiera ser madre...
Lejos de creérselo, a partir de ese momento, se empoderó y empezó a trabajar por su fertilidad, por su energía, por su deseo, no se rindió a lo que le dijeron...
Bueno, y lo que pasó os lo cuenta ella más abajo.
Como siempre agradecida a la vida por tanto que recibo en mi trabajo, acompañar a las mujeres a su nacimiento como madres es siempre una bendición.
Gracias Laura, por tanto recibido.
EL NACIMIENTO
DE ALAN
Me gustaría compartir con
todas vosotras cómo fue mi embarazo y el parto.
Resumo como antecedentes, que
me hice junto a mis amigas unas pruebas gratuitas del IVI donde te
decían tu reserva ovárica. Cuál fue mi sorpresa que en mi caso no
obtuve buenos resultados y eso me llevó a preocuparme mucho sobre la
posibilidad de no poder tener hijos. A partir de ese momento mi vida
dió un giro de 360 grados.
Aconsejada por Consu, hice varias sesiones de Reiki. También, a través de un libro que me prestó, despertó en mi el deseo de conocer cómo debía alimentarme para favorecer mi fertilidad, y al mismo tiempo comencé a disfrutar de
mis hobbies para estar relajada… En fin cambié muchos de mis
hábitos y sobretodo aprendí a estar tranquila y no padecer tanto
por las cosas. A los 2 meses de realizarme las pruebas, junto con Victor, mi pareja, decidimos buscar el bebé, pero teniendo en mente que no sería
tarea fácil y que nos podía costar meses, incluso algún año.
Nuestra sorpresa fue que me quedé a la primera y a partir de ahí
comencé el viaje más bonito de mi vida: el embarazo y el nacimiento
de Alan.
De mi embarazo sólo puedo
decir cosas buenas, no tuve nauseas, ni mareos, ni dolores, más bien
todo lo contrario, gracias al embarazo me desaparecieron mis migrañas
y tenía más hierro que en toda mi vida. Hasta el último día de
embarazo he estado realizando todo tipo de actividades, incluso yendo
a trabajar al cole hasta la semana 30, he bailado zumba, he hecho
pilates, yoga, en fin, lo que es un no parar. Recuerdo que todo el
mundo me decía que tenía que cuidarme, que tenía que descansar y
mi cuerpo me pedía todo lo contrario. He de destacar que siempre
había pensado que por mi forma de ser estaría padeciendo con cada
prueba, con la alimentación, preocupándome con todo lo que dice la
gente de sus embarazos, con miedo al parto etc y en mi caso he pasado
todos estos meses como si no fuera conmigo la cosa, súper tranquila
y relajada. Por primera vez me he notado disfrutando de cada momento
y haciendo lo que siempre he querido.
Y por fin llegó el tan
esperado 14 de febrero, día que cumplía justamente las 40 semanas y
Alan decidió nacer (fue muy puntual y romántico). Llegué al
hospital con 2 cm dilatada, pero sin romper aguas. Yo llevaba como 2
meses teniendo contracciones, pero no me notaba dolor. Sobre las 12
del mediodía, me pusieron oxitocina y correas y mientras, yo estuve
sentada en la pelota de pilates haciendo ejercicios y moviéndome. A
las 15:30 entró la matrona para romperme las aguas y me dijo que a
partir de ahí empezaría a notar más dolor. Conforme me las
rompieron ya me dijeron que estaba dilatada de 4cm. Yo sabía que a
partir del cm 3 te pueden poner la epidural pero mi deseo era parir
sin ella a no ser que no pudiera soportar el dolor. Yo estaba de 4 cm
pero no notaba nada, seguía riéndome, escuchábamos música y todo
genial. Para mí lo más duro, donde ya notaba las olas uterinas más
fuertes fue del cm 6 al 10 pero en mi caso fue todo muy rápido.
Además, tenía a mi pareja repitiéndome las palabras mágicas que
habíamos trabajado en la clase para embarazadas: “Tu cuerpo sabe
parir, tu bebé sabe nacer, tienes todo lo que necesitas”. A las
18h ya estaba en paritorio, sin epidural y habiéndome tumbado sólo
a partir del cm 9.
Aquí empezaba el periodo de
expulsión. Mi pareja estaba al lado mío en todo momento (incluso
pudo grabar todo el parto) y a mi otro lado estaba la matrona que me
mostro mi parto a través de un espejo. Fue fascinante ese momento,
aunque con sensaciones contradictorias. Por un lado, el ver cómo le
salía la cabeza me motivaba para seguir empujando, pero, por otro
lado, cuando la cabeza se volvía para dentro me creaba frustración
porque me notaba ya sin fuerzas. Una vez nació me lo pusieron al
pecho y fue el mejor momento de mi vida. De hecho, me quedé en shock
de pensar en todo lo que había vivido en esas horas, no me lo podía
creer.
Solo puedo decir que
muchísimas gracias a Consu por todo su apoyo y toda la sabiduría
que nos ha transmitido, gracias a mis compañeras que junto a ellas
hemos compartido muchas experiencias, miedos y desahogos y gracias
sobre todo a mi pareja pues me lo ha puesto todo en bandeja, me ha
hecho reír en todo momento y disfrutar del embarazo. En definitiva,
sólo puedo contar cosas buenas de esta etapa y me quedo con que he
tenido un parto mejor de lo que nunca hubiera imaginado. Ahora sólo
me queda conocer a Alan y vivir la experiencia de la maternidad tal y
como siempre he soñado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.